
Literatura Española
Por Las Marías
Monumento a Miguel de Cervantes
La impresionante Fuente-Monumento a Miguel de Cervantes, situada en el centro de la Plaza de España, es uno de los lugares más fotografiados por los viajeros que recorren las calles de Madrid, aunque no es el único existente en la ciudad, ya que frente al Congreso de los Diputados hay otra Estatua de Miguel de Cervantes. La construcción que nos ocupa ahora se decidió a principios del siglo XX, tras los actos celebrados en 1915 en conmemoración del trescientos aniversario de la impresión de la segunda parte del Quijote y la prolongación de los mismos en 1916, al coincidir con el tercer centenario de la muerte del escritor. Es entonces cuando el rey Alfonso XIII publica un Real Decreto con el que se establece su realización mediante suscripción popular. En el concurso realizado en 1917 para su fábrica, resultan ganadores el arquitecto Teodoro Anasagasti (Bermeo, 1880 – Madrid, 1938) y el escultor Mateo Inurria (Córdoba, 1867 – Madrid, 1924). Sin embargo, en 1918 el proyecto que resulta elegido es el presentado por los arquitectos Rafael Martínez Zapatero y Pedro Muguruza Otaño (1893-1952), y el escultor Lorenzo Coullaut-Valera (Sevilla, 1876 – Madrid, 1932). A la muerte de éste último, sería su hijo Federico Collaut-Valera Mendigutia (Madrid, 1912) quien continuaría con la labor de aquel, siendo suya la autoría de las esculturas de Dulcinea del Toboso, Aldonza Lorenzo, Rinconete y Cortadillo y La Gitanilla.
Las obras se iniciaron en 1925 y, aunque es en el año 1957 cuando se colocan los últimos grupos escultóricos, al cambiarse éstos de lugar en 1960, es éste último año el que puede darse como de finalización de las obras. Posteriormente, en 1998, se han realizado diversas obras de restauración y consolidación del conjunto. El material utilizado principalmente en su construcción es la piedra blanca de Novelda. Igualmente, se ha dispuesto de granito en el suelo y en algunas zonas más ornamentadas, así como piedra de Murcia, bronce y mármol en las esculturas. Delante de su cara principal, la que mira al Suroeste, aparece un gran estanque de formas rectangulares. Tanto éste como el monumento aparecen enmarcados entre dos líneas de olivos que decoran y rompen la monotonía del jardín que les sirve de asiento.
El proyecto inicial contaba con más elementos que los existentes en la construcción final, no habiéndose realizado una balaustrada1 que rodearía el centro del conjunto, ni la figura de cinco metros de altura que, representando a la “Fama”, o la “Victoria”, sería desde lo más alto del monumento como una alegoría2 del triunfo a nivel mundial obtenido por la obra de Cervantes. Tampoco se realizaron otros recordatorios previstos, como los referidos a “El Coloquio de los Perros” y a “Los Trabajos de Persiles y Segismunda”, por ejemplo, ambas obras cervantinas.
Veamos a continuación de forma más detallada esta gran obra realizada en recuerdo de tan genial escritor.
Localización: Plaza de España. 28008 Madrid.
El monumento, con una altura de unos treinta y cinco metros, está fabricado alrededor de un obelisco de gruesa planta enmarcado en sus esquinas por cuatro pilonos3 con dobles pilastras4 en sus caras exteriores y simples en las interiores. Sobre éstas, se asienta un capitel5 de molduras6 que separa el cuerpo inferior del asiento sobre el que se levantan los pináculos7piramidales que rematan los pilonos.
El basamento8 está formado por una primera base9 de unos treinta y siete centímetros sobre la que se levanta una segunda hasta llegar a alcanzar una altura superior a los dos metros y, que con unas medidas de veinte por veintiún metros, sirve de sostén a todas las estructuras, incluidas las estatuas delanteras y la fuente trasera.
En su cara principal, este basamento presenta cinco escalones rotos en su uniformidad por las bases de las estatuas de Quijote y Sancho existentes en el centro y las de Dulcinea del Toboso y Aldonza Lorenzo de los laterales que vemos a continuación.
Como es lógico, en el monumento a Cervantes no podía faltar la mención en lugar destacado de sus dos personajes más célebres, Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza. Aquí podemos ver sus imágenes, realizadas en bronce por el escultor Lorenzo Coullaut-Valera, situadas delante de la del escritor y algo separadas de ella, como si aún estuvieran recorriendo los campos de La Mancha, al igual que llevan haciéndolo desde hace cuatrocientos años, no llevando más acompañantes que el noble idealismo de Don Quijote y el más práctico realismo de Sancho Panza.
— La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra10, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra11.
— ¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
— Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
— Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen12 no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
- Centro Virtual Cervantes - Clásicos hispánicos, Don Quijote, Edición. Primera parte, Capítulo VIII (1 de 3)
Las dos figuras existentes en los extremos laterales son la representación de un mismo personaje. Así, por un lado, tenemos a la princesa Dulcinea del Toboso, que es como la imaginación del Quijote le hacía ver a la que en realidad era la campesina Aldonza Lorenzo, que vemos enfrente de la primera. Las dos estatuas, con una altura aproximada de casi tres metros, fueron esculpidas en piedra de Murcia por Federico Collaut-Valera, pasando a formar parte del conjunto entre los años 1956 y 1957.
La escultura situada a la izquierda es la de Dulcinea del Toboso, que se nos presenta sentada sobre un escabel13 mientras sostiene en su mano las joyas guardadas en el joyero que sujeta sobre sus faldas.
— Y aun esto tan de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad que en doce años que ha que la quiero más que a la lumbre destos ojos que han de comer la tierra, no la he visto cuatro veces, y aun podrá ser que destas cuatro veces no hubiese ella echado de ver la una que la miraba: tal es el recato y encerramiento con que sus padres, Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales, la han criado.
— ¡Ta, ta! —dijo Sancho—. ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?
— Esa es —dijo don Quijote—, y es la que merece ser señora de todo el universo.
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La imagen de Aldonza Lorenzo es muy diferente y el escabel ha sido sustituido por sacos, o cojines, al igual que el lugar del joyero ha sido ocupado por una criba14. Igualmente, las ropas y el aspecto de ambas son muy distintos; frente al aristocrático porte de la princesa sopesando unas joyas, aparece la robusta campesina que criba descalza.
— Bien la conozco —dijo Sancho—, y sé decir que tira tan bien una barra16 como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho18 de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana19: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire.
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En la cara principal del obelisco que mencionamos antes, se encuentra la escultura, sedente21 y de aspecto severo, de Miguel de Cervantes, el cual porta en su mano derecha el libro del Quijote y guarda bajo la capa el brazo izquierdo, cubriendo así los daños sufridos en la batalla de Lepanto.
Fue la primera obra esculpida por Lorenzo Coullaut-Valera para este monumento, siendo el mármol italiano el material utilizando.
La cruz roja y azul que aparece bajo la estatua del escritor es el emblema de la Orden de la Santísima Trinidad y de la Redención de Cautivos, u Orden Trinitaria. Esta orden religiosa fue fundada en 1198 por el francés San Juan de Mata con la misión de liberar a los cautivos cristianos retenidos en territorios ajenos a esta fe religiosa, utilizando para ello solamente la misericordia en vez de las armas. La aparición aquí de la Cruz Trinitaria está motivada por la intervención de dicha Orden en la liberación de Cervantes tras llevar cinco años presos en Argel.
En las caras izquierda y derecha del monumento (Noroeste y Sureste), entre los pilonos, se encuentran los grupos escultóricos tallados por Federico Coullaut en 1960 en piedra de Murcia, o de Sepúlveda según otras fuentes.
En el primer lateral, aparece representada la escena de La Gitanilla en la que Preciosa, “La Gitanilla”, baila junto a otras tres gitanas en la calle ante un público del que forma parte el joven Don Juan de Cáñamo, quien, para lograr su amor, ocultará su condición, y abandonando su estatus social pasará a vivir el mismo tipo de vida que su enamorada, cumpliendo así con la condición que ésta le impone. “La Gitanilla” formaba parte de una colección de doce novelas cortas que, bajo el título de “Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento”, se publicó en 1613.
Salio la tal Preciosa la mas vnica22 bayladora que se hallaua en todo el gitanismo, y la mas hermosa y discreta que pudiera hallarse, no entre los gitanos, sino entre quantas hermosas y discretas pudiera pregonar la fama. Ni los soles, ni los ayres, ni todas las inclemencias del cielo, a quien mas que a otras -gentes estan sujetos los gitanos, pudieron deslustrar su rostro, ni curtir las manos; y lo que es mas, que la criança tosca en que se criaua, no descubria en ella sino ser nacida de mayores prendas que de gitana, porque era en estremo cortes y bien razonada.
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Novela de la gitanilla, edición publicada por Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla
El grupo escultórico de la cara derecha es una escena deRinconete y Cortadillo, otra “Novela ejemplar”; en ella, aparecen los dos protagonistas junto a Monipodio y otros personajes de la novela. Rinconete y Cortadillo son dos adolescentes de quince años que, tras fugarse de sus casas, conocen en Sevilla a Monipodio, jefe de un grupo de ladrones y prostitutas que actúa de una forma similar a la de un gremio23.
— Pues de aqui adelante, —respondio Monipodio— quiero, y es mi voluntad, que vos, Rincon, os llameys Rinconete, y vos, Cortado, Cortadillo, que son nombres que assientan como de molde a vuestra edad y a nuestras ordenanças, debaxo de las quales cae tener necessidad de saber el nombre de los padres de nuestros cofrades, porque tenemos de costumbre de hazer dezir cada año ciertas missas por las animas de nuestros difuntos y bienhechores, sacando el estupendo para la limosna de quien las dize, de alguna parte de lo que se garuea; y estas tales missas, assi dichas como pagadas, dizen que aprouecha a las tales animas por via de naufragio. Y caen debaxo de nuestros bienhechores: el procurador que nos defiende, el guro que nos auisa, el verdugo que nos tiene lastima, el que, quando [alguno] de nosotros va huyendo por la calle, y detras le van dando vozes “¡al ladron, al ladron!, ¡detenganle, detenganle!”, vno se pone en medio, y se opone al raudal de los que le siguen, diziendo: “¡Dexenle al cuytado, que harta mala ventura lleua; alla se lo aya, castiguele su pecado!”
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Novela de Rinconete y Cortadillo, edición publicada por Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla
Casi al final del segundo cuerpo, antes de llegar al cornisamento24 que da paso al ático, encontramos situado un escudo diferente en cada lateral. Veamos cuáles son a continuación.
En la cara frontal, tenemos el escudo de la familia de Cervantes, que es el que aquí mostramos y que está formado por dos ciervas, de las cuales la inferior permanece pastando; en la derecha, vemos el del Reino de Castilla; en la cara posterior, sobre la fuente, el escudo real; y finalmente, en el lado izquierdo, el escudo del Oso y el Madroño de la ciudad de Madrid.
Una vez llegados al ático, veremos en él una gran bola en representación del Mundo y cinco figuras de jóvenes mujeres rodeándolo, una por cada continente, que se presentan leyendo el Quijote como una muestra de la universal difusión que ha tenido y tiene tan singular obra.
Si comenzamos a rodear el obelisco, veremos una de ellas en cada lateral, con excepción del principal, en donde aparecen dos juntas: se trata de Europa y América, la primera, cubierta por un casco militar del siglo XVI, y la otra, por un tocado de plumas. El Viejo Continente se representa mostrando el libro del Quijote al Nuevo, significando así cómo España llevó su idioma hasta aquella querida tierra. La estatua que vemos a la derecha representa a Asia; la de la izquierda, a África; y la situada en la cara posterior, sobre la fuente, es la de Oceanía.
Detengámonos a continuación en la cara posterior, la situada al Noreste del monumento, donde repararemos en la gran fuente y en las otras varias esculturas y tallas allí presentes.
La figura que aparece en el centro representa la Literatura Española; la de la izquierda, el Misticismo25; y la de la derecha, el Valor Militar.
Como ya hemos dicho en la breve introducción anterior, en la escultura central lo que tenemos es una representación de laLiteratura Española, aunque también hay otras opiniones que ven en ella una metáfora de la Lengua Española.
La figura que aquí tenemos es la de una mujer de noble aspecto ataviada con la vestimenta propia del siglo XVI y que porta un libro abierto en su mano izquierda. Debajo de ella, vemos cómo mana el agua, que desciende hasta llenar una primera taza de planta semicircular.
El agua que rebosa de la anterior vasija baja hasta llenar otra taza de formas gallonadas26 de piedra y mármol y un tamaño sensiblemente mayor. Está compuesta por un total de veinte gallones, en cada uno de los cuales aparece el escudo labrado de una de las veinte naciones que tienen al español como idioma oficial. Por encima de ellos es por donde discurre el agua hasta caer a un pilón de granito y también de forma semicircular.
Claramente, la idea que el escultor ha querido representar es la evolución del castellano, que ha pasado de ser el idioma de una única nación a convertirse, como español, en el idioma oficial de un gran número de países.
Las dos figuras que aparecen a la derecha e izquierda de la anterior fuente, situadas sobre sendos modillones27, corresponden a figuras alegóricas del Valor Militar y del Misticismo, representando así los dos principios en que se sustentaba la sociedad española del siglo XVI.
El Misticismo aparece personificado como un joven sentado que, embelesado y mirando hacia el cielo, lleva en la mano derecha un crucifijo (en la actualidad desaparecido) mientras con la izquierda sujeta el escapulario30 que lleva colgado con el anagrama31de la Virgen María.
El Valor Militar se ha simbolizado con la figura de un fornido guerrero que, armado con casco, espada en la mano derecha (igualmente desaparecida) y escudo en la izquierda, aguarda dispuesto a acometer32.
Y terminamos aquí la descripción de una de las fuentes más monumentales de Madrid. Por ella, pasan y la fotografían cientos de turistas al día, a veces sin reparar demasiado en los detalles que la integran, cada uno, como hemos visto, representante de una historia o cargado de una simbología distinta.
Alabada por uno y denostada por otros casi a partes iguales, lo cierto es que, sin ser un ejemplo de belleza y filigrana escultórica, tampoco son justas las duras críticas que, en ocasiones, ha recibido por parte de algunos de sus detractores, si bien es cierto que son de mayor calidad estética las esculturas laterales que la del propio Cervantes, protagonista del monumento. Como hemos podido comprobar a lo largo de todo el reportaje, es de reconocer que esta fuente representa la capacidad artística, a veces pasada por alto, de un determinado período de nuestra historia ya que, no lo olvidemos, su construcción se llevó a cabo a lo largo de cuatro décadas.